lunes, 20 de julio de 2009

Paridad de género: deuda pendiente


Cuando Michelle Bachelet asumió como presidenta, la proclamación inicial de ciertos criterios de su futuro mandato sorprendió a toda la población. Entre ellos, el anuncio de paridad de género en el Gabinete Ministerial permitía augurar un potente estímulo a la incorporación laboral de la mujer. La primera mandataria chilena era la persona idónea para detectar, comprender y superar las barreras existentes, imponiéndose sobre tendencias ideológicas estériles.


Sin embargo, hoy en Chile el 60% de las mujeres no trabaja remuneradamente, constituyendo una de las tasas de participación laboral más bajas de América Latina. Un ranking del World Economic Forum (2008), ubica a Chile en el número 109 entre 131 países respecto a la participación laboral de la mujer. Es tan preocupante que la propia OCDE recomendó monitorear su índice de crecimiento.


Según el estudio Barómetro Mujer y Trabajo, realizado por ComunidadMujer, Datavoz y la OIT, cerca del 70% de las mujeres inactivas quiere insertarse en la vida laboral. Aclaran que no trabajan, “porque no pueden hacerlo”. Este porcentaje llega cerca del 74% para las mujeres con hijos menores de 14 años o con personas a su cargo y supera el 80%, en el caso de las mujeres de menores recursos.


La principal razón que impide a las mujeres salir a trabajar está relacionada con la maternidad. El 63% sostiene que no está dispuesta a dejar el cuidado de sus hijos a otra persona o institución, y el 60% señala no tener quién se los cuide. La investigación revela que del total de mujeres con hijos que requieren cuidados, el 62% señala que “los hijos están mejor con su madre que con cualquier otra persona”. El 52% declara que preferiría contar con un familiar cercano para esta función en caso que salieran a trabajar. Y sólo el 26% de las mujeres con hijos dice haberlos llevado alguna vez a salas cunas o jardines infantiles del Estado.


Por último, el informe concluye que para ingresar al mercado laboral, las mujeres piden mejores remuneraciones, trabajos flexibles, personas o instituciones que asuman el cuidado de los hijos y el apoyo de la pareja.


Este estudio demuestra que se han ignorado dos conclusiones inequívocas: la gran valoración que tienen las chilenas de la maternidad y la desconfianza que muestran frente al cuidado infantil institucionalizado. A cambio, se les ha entregado una igualación de género formal, que no necesariamente libera a la mujer de sus responsabilidades familiares.


Por otra parte, la desigualdad salarial entre hombres y mujeres también desincentiva el ingreso de la mujer al mercado laboral. La reciente ley promulgada por la mandataria, busca provocar un cambio cultural en nuestra sociedad que erradique las prácticas discriminatorias.


Pero, siendo la participación laboral femenina un elemento relevante para el desarrollo país y de muchas familias, se ha optado por obviar ese 60% que quiere trabajar, pero no puede, privilegiando al 40% que trabaja remuneradamente. No todos los problemas sociales se resuelven con la dictación de una ley. Expertos laborales advierten que la igualdad salarial podría afectar la contratación de mujeres, dada la dificultad para asimilar cargos y remuneraciones, además de una amenazante judicialización.


Las políticas públicas de promoción del trabajo femenino todavía no incorporan en su totalidad el diagnóstico antes señalado, que recoge la búsqueda de muchas mujeres por un empleo, pero con ciertas garantías de equilibrio familiar. Además del apoyo de sus parejas, el 60% de las mujeres que no trabajan remuneradamente anhela jornadas laborales más flexibles, opciones de cuidado infantil, oportunidades de emprendimiento, fomento de tele trabajo y un postnatal más largo.


La flexibilidad laboral resulta invaluable para cualquier madre, como lo pudo comprobar la Presidenta Bachelet en junio de 2007, cuando su hija Francisca fue internada por una trombosis en la Clínica Alemana. La mandataria la acompañó abnegadamente en el establecimiento hospitalario, trasladando incluso parte de su oficina para poder trabajar. Después de ese episodio, se pensó que este período presidencial sería la gran oportunidad para instaurar contratos flexibles que incentivaran la participación femenina en el mercado laboral.


La crisis económica ha impulsado la reinserción de la mujer en el mercado laboral. El incremento del desempleo de los jefes de hogar -el 70% correspondiente a hombres- y la contracción de sectores económicos que emplean mano de obra masculina, incita a las mujeres a salir a buscar trabajo, porque muchas familias requieren la contratación de la jefa de hogar o la complementariedad de un segundo sueldo.


Pero, según los resultados del referido estudio de Comunidad Mujer, Datavoz y OIT, pareciera conveniente otorgar mayor flexibilidad de horario y remuneraciones a los contratos de trabajo. Así, mujeres y hombres podrían negociar condiciones que permitieran adecuar su trabajo al rol de madre/padre. En la práctica, hoy, es absolutamente al revés: el cuidado de los hijos se tiene que adecuar al trabajo.

1 comentario:

Unknown dijo...

Es una lástima que no se quiera legislar, solamente por motivos ideológicos. Es cierto que hay abusos, pero estos existen CON o SIN flexibilidad, y para proteger a unas pocas, se perjudique al resto de las mujeres.