viernes, 20 de enero de 2012

Binominal: El complejo juego de ajedrez




Definitivamente, la sorpresiva propuesta de reformas políticas DC-RN dio un golpe a la cátedra. No sólo por la forma -que significó el desconcierto del resto de los partidos de ambos conglomerados-, sino por el fondo: la instalación de un régimen semi presidencial, además del cambio del sistema binominal por uno proporcional corregido, la elección directa de autoridades regionales y algunas sentidas declaraciones sobre potenciar la calidad de la política, pero sin especificar mucho.


Respecto al cambio del sistema electoral, se limitan a mencionar un sistema proporcional corregido, pero sin mencionar detalles como número de escaños adjudicados por distrito o circunscripción, forma de candidatura o de votación, transformación de votos en escaños ni tampoco umbrales de votación para participar en el reparto proporcional. Para dos meses de trabajo conjunto, se trata de una propuesta bastante desprolija y poco completa. ¿Volador de luces que busca distraer a la opinión pública? ¿Un parelé a los compañeros de conglomerado que intentaron ningunear a la DC y a RN? ¿Un tate quieto al Gobierno al instalar una institución que desempodera al Presidente? ¿O sencillamente todas las anteriores?


El clima político se ha visto convulsionado por distintos enfrentamientos en estas últimas semanas. Declaraciones van, declaraciones vienen, las confrontaciones se han instalado entre Gobierno y oposición, ministros y parlamentarios, compañeros de coalición, partidos y partidarios…Muchos han sido los elementos detonantes: reforma tributaria, declaraciones de Camila Vallejo, competencia interna en el PPD, marginación de ChilePrimero del bloque de gobierno, entre tantos otros. Pero la guinda de la torta es la reforma del sistema binominal: una férrea e inicial oposición de la UDI y de una parte de RN a cualquier cambio llegó incluso hasta el Presidente Piñera. La temprana petición de los jefes de la UDI y RN al Presidente Piñera de no priorizar las reformas políticas y tributarias sinceró sus deseos manifiestos de mantener el statu quo imperante.
La consiguiente respuesta de la oposición no se hizo esperar, quién de inmediato emplazó al mandatario a terminarlo de una vez. Su posterior cuestionamiento a todos los partidos, pero en especial a los partidos oficialistas, por su imposibilidad de lograr acuerdos sólo le agregó leña al fuego. Los posteriores llamados a la unidad sucedieron las fuertes controversias, intentando mostrar una forzada señal de equipo, en especial para la celebración de los dos años del Ejecutivo en el Gobierno.


Con los más bajos índices en cuanto a confianza en los Partidos Políticos (7%) y en el Congreso (13%), según la encuesta CEP Nov-Dic 2011, la cuestionada forma de aumentar el número de senadores y diputados genera un fuerte rechazo en la opinión pública. Por supuesto que se interpreta como la solución fácil, la doblada de mano necesaria para que los actuales legisladores no se sientan atemorizados en sus cargos, asumiendo todos los costos de esta reforma los contribuyentes chilenos. Por otra parte, en un período especialmente difícil en lo económico y que se conjuga con la necesidad de financiamiento de muchas demandas sociales, este es un año para buscar la eficiencia del gasto público y no su ampliación. La idea de ampliación de la cantidad de legisladores sólo refleja un doble discurso respecto a los objetivos de una eventual reforma tributaria y a la prioridad de privilegiar una agenda social.


Más directa, más definida y más completa es la presentación por parte de los senadores Carlos Bianchi (IND), Carlos Cantero (IND) y Antonio Horvath (RN) del proyecto de ley que establece un sistema mayoritario uninominal: no se aumenta el actual número de parlamentarios y se establece que las dos primeras mayorías de votos individuales sean electas, eliminando cualquier posibilidad de alterar la voluntad popular.


Según la ya referida encuesta CEP (Nov-DIC 2011), en un contexto en que el 60% de los chilenos estima que el sistema binominal debe cambiarse, y el 23% no sabe o no contesta, esta feroz pugna sobre su mantención o modificación sorprende a la ciudadanía y sólo certifica la escasa sensibilidad de gran parte de la clase política con las demandas ciudadanas. Pero más que eso, la opinión pública ya entendió que detrás de este debate sobre las reglas del juego, hay actores que quieren mantener sus sobrerepresentaciones.




Columna publicada en La Tercera Online