lunes, 20 de junio de 2011

El pago de la primera cuota de Larroulet



La desafortunada actuación de Ena Von Baer después del almuerzo en La Moneda del Presidente Piñera con los timoneles de partidos, desconcertó a toda la opinión pública. “Mientras la Concertación está más interesada en temas que le interesan a los políticos, el gobierno cree que la prioridad es mejorar la calidad de vida de los chilenos" remató la Ministra Secretaria General de Gobierno, mientras aún no terminaban de levantar la mesa. Con esto, las ya tantas veces anunciadas reformas políticas se postergaban en forma indefinida, manteniendo el sistema electoral actual e ignorando la grave falta de representatividad que impera en nuestro país. A su vez, la Concertación colaboró también, endureciendo sus críticas al Gobierno y consolidando una total ruptura entre interlocutores.

¿Qué motivó que ocurriera algo así? ¿Cómo es posible que políticos experimentados -de ambos bandos- incurrieran en un error tan infantil? ¿Simple torpeza o manipulación descarada? Al mantenerse el actual sistema político, ¿quién resulta beneficiado?

Pocos días antes y a la vuelta de sus vacaciones en Francia, el Presidente Piñera encontró un enrarecido clima político. Todavía fiel a su antigua reputación de enfrentar situaciones de crisis, el mandatario salió personalmente -con el apoyo de RN- a enfrentar múltiples frentes: UDI, DC, PPD, PS, PRSD, PC y MAS. Como primera medida, el día 7 decidió confirmar su asistencia al consejo directivo de la UDI, de manera de hacer un gesto a esa tienda política. Decisión arriesgada, más aún después de que la bancada gremialista optara por hacer pública una carta firmada por 35 parlamentarios con críticas al gobierno. Al día siguiente, el Jefe de Estado invitó a todos los presidentes de los partidos políticos a un almuerzo en La Moneda para el día 13, con la intención de llegar a un acuerdo para mejorar la política. Y a continuación el día 10 llamó al diputado Pepe Auth para ofrecerle juntarse ese domingo a conversar sobre reformas políticas, cita que nunca se concretó. El país está bien, pero la política está mal” diría después, mientras se dirigía al Consejo de la UDI, en las Termas de Cauquenes.

Pero, tal como comprobó la opinión pública, los resultados no fueron los esperados. ¿Falló el diseño de la estrategia o bien su implementación? No se sabe, pero fue un evidente fracaso por no existir propuestas concretas. ¿Qué sucedió entonces entre el martes 7 y el lunes 13 como para modificar los temas a tratar? ¿Simple torpeza o cambio en las reglas del juego? Quizás el “tenemos que exigir, no pedir al gobierno” del senador Pablo Longueira, la autocrática designación de vicepresidentes o el anuncio de una nueva etapa, proclamaban un claro cambio de las fuerzas políticas.

Porque desde la candidatura presidencial, el programa de gobierno contemplaba la modernización del Estado (pág. 32) y medidas para más y mejor democracia (pág.109). Aún el 3 de mayo último, el gobierno llamaba a la Concertación a aprobar reformas políticas y reforzar la democracia. En la última Cuenta Pública a la Nación, el mandatario reafirmó como séptimo compromiso de Gobierno “el perfeccionar nuestra democracia, profundizar la regionalización y modernizar el Estado”. El anuncio incluía inscripción automática y voto voluntario, sufragio de chilenos en extranjero, cambio de fechas de segunda vuelta, plebiscitos comunales e iniciativa popular de ley, nueva ley de partidos políticos, ley de primarias voluntarias y vinculantes, elección directa de consejeros regionales, la información gubernamental en un solo portal, perfeccionamiento de declaraciones de patrimonio y fideicomiso ciego.


El día del debatido almuerzo, todos los partidos políticos ya habían comunicado también su intención de incluir las reformas políticas en los temas a tratar. Entonces ¿por qué la vocera fue tan tajante en descartar anuncios de siempre? ¿Existían diferencias tan importantes o sólo fue un libreto mal ejecutado? ¿Qué hizo cambiar de opinión al gobierno en tan poco tiempo?

¿O la UDI hizo prevalecer su privilegio de partido más grande para mantener el actual sistema electoral? ¿Lograría mantener su primera mayoría sin sistema binominal y con primarias? ¿Transó su apoyo parlamentario a la agenda social a cambio de descartar reformas políticas? Es una posibilidad real. Sin embargo, en esta arriesgada apuesta, quedaría claro que su directiva no capta ni comprende el cambio de escenario. Hoy, la ciudadanía también “exige, no pide…", al igual que las instrucciones dadas por el senador Longueira a su partido.Y aunque un eventual intento de los coroneles de intervenir los ejes de la discusión política pudiera tener efecto -contraponer prioridades sociales vs reformas políticas-, la ciudadanía ya aprendió a hacer valer su opinión y clama por una mayor representatividad. Probablemente una fuerte campaña ciudadana se desataría en contra de la directiva UDI.

“Este es un gobierno comprometido con la familia” señaló el día 16 Cristián Larroulet, Ministro Secretario General de la Presidencia, en el lanzamiento del libro “Familia para todos en el Bicentenario”. Agregó que para el actual gobierno, “el desarrollo no se traduce a un cierto ingreso per cápita, sino que se identifica con lo que hemos calificado como una sociedad de oportunidades, seguridades y valores. Y, a la vez, hemos dicho que para nosotros la familia es el pilar de una sociedad de valores”. Este claro y explícito apoyo a las políticas familiares constituye quizás la primera cuota que el titular de la Segpres debe pagar a la UDI, después del cartillazo de las Termas de Cauquenes.

Fantástico: agenda social y reformas políticas Las dos son temas importantes, pero no excluyentes.

¿O acaso el gobierno no es capaz de caminar y mascar chicle?


Columna punlicada en La Tercera Online




domingo, 12 de junio de 2011

¿Gobernar sin partidos políticos? ¡Dios te oiga!






“El gobierno no puede funcionar sin los partidos políticos” declaró el diputado Hasbún en el reciente cónclave UDI, refiriéndose con dureza a la relación existente entre Gobierno y su tienda política. A su vez, el senador Longueira señaló en la misma jornada: “tenemos que exigir, no pedir al Gobierno”, además de anunciar la creación de un consejo resolutivo integrado 18 figuras autodesignadas y con la facultad de fijar las líneas de acción del partido.



No cabe duda que la escasa dirección política del Gobierno ha tensionado fuertemente las relaciones con todos los partidos. Por eso, el Presidente Piñera invitó a los timoneles de la Alianza y Concertación a un almuerzo este lunes. Según agenda oficial, tratarán tres puntos: salud, educación y energía, pero no cabe duda que analizarán también la evidente crisis de la política.



Intranquiliza que el Gobierno no haya sido capaz de anunciar también las reformas políticas tanto tiempo pendientes, de las cuales se ha hablado tanto, pero se ha hecho tan poco: sistema binominal, ley orgánica constitucional de inscripción automática y voto voluntario, descentralización, elección Cores y gobiernos regionales autónomos; reforma ley partidos políticos, primarias abiertas y vinculantes, límite reelección representantes populares; voto de chilenos residentes en extranjero; iniciativa legislativa popular y participación ciudadana.



Sorprende, de partida, porque en dicha cita se reunirá lo más selecto de lo que la ciudadanía rechaza: el 56% desaprueba conducción presidencial y labor del Gobierno, el 65% censura a la Concertación y el 57% a la Coalición por el Cambio. Sólo un magro 23% aprueba al conglomerado de oposición, el 32% al oficialista y un discreto 36% al Gobierno (mayo 2011). Por supuesto que el ver al Jefe de Estado haciendo genuflexiones a los dirigentes de estos grupúsculos -lo más conspicuo de la reprobación chilena- sólo sacará ronchas a la población, acrecentando aún más la desaprobación presidencial.




Por otra parte, ante esta evidente crisis de representatividad de los partidos políticos -hoy sólo representan el transversal rechazo ciudadano-, llama la atención que el Gobierno haya permitido que sus opositores se apropiaran de la bandera de reformas políticas. Hace unos días, los jefes de bancadas de diputados del PS, Alfonso de Urresti; del PPD, Pepe Auth, y del PRSD, Fernando Meza, enviaron una carta al mandatario, ofreciendo respaldo para un acuerdo nacional que permitiera renovar la democracia e impulsar reformas políticas. En la DC, el presidente de ese partido, senador Ignacio Walker, ya anunció en programa televisivo Estado Nacional que plantearía la definición de agenda país con las mencionadas reformas políticas.




¿Qué impidió que el Gobierno impulsara esta agenda? En un clima de tanto rechazo a la clase política, ¿de qué tuvo miedo el Gobierno para omitirla? No cabe duda que toda la ciudadanía le estaría eternamente agradecida al ministro Cristián Larroulet si éste lograra desarticular las estructuras que han amparado la autoperpetuación de los mismos dirigentes. ¿Significaría una confrontación con las dirigencias políticas? Claro, pero siempre hay que romper huevos para hacer tortillas…



El cartillazo realizado por la UDI ya implica un enfrentamiento. Sin embargo, ese partido comienza a ser cuestionado por su reiterada permisividad ante irregularidades cometidas por sus representantes. El retorno en gloria y majestad del ex diputado Julio Dittborn como directivo de la UDI -después de ser sorprendido arrendando viviendas particulares como sedes parlamentarias-; la designación de la diputada Claudia Nogueira como presidenta de la comisión investigadora por caso Kodama -formalizada por cuatro delitos de fraude al fisco-; el respaldo que tuvo el alcalde Mario Olavarría -formalizado por presunto cohecho y otorgamiento indebido de patente de alcoholes- o el sobreseimiento de la investigación de Gonzalo Cornejo, ex alcalde de Recoleta, sobre la empresa GMA y su ya anunciada próxima candidatura, reflejan un claro debilitamiento de los estándares morales de esa colectividad. Esta tolerancia excesiva convierte este conglomerado en verdaderos fundos administrados por sus propios dueños, sin mucho control y evidenciando la dificultad de renovación política en todos los partidos. Aparece en escena un grave y nuevo problema en política: la falta de legitimidad.



¿De qué es el partido más grande de Chile? No cabe duda, pero beneficiado al igual que las demás tiendas políticas con un protector sistema binominal y con designación de candidatos entre cuatro paredes. ¿Cuánta gente asistió a este último cónclave UDI? ¿50?, ¿80? ¿Las decisiones ahí tomadas representan a sus bases? ¿Y a quienes representa el partido? El importante número de parlamentarios ahora pierde sentido ante la ilegitimidad del proceso de nombramiento de candidatos.


La elección de alcalde en La Florida -fracasada por décimo cuarta vez- evidencia que la política está capturada por las cúpulas partidistas, privilegiando sus propios intereses por los de la ciudadanía. Una de las comunas más pobladas de nuestro país -394.821 habitantes- es hoy rehén de dirigentes de la Concertación y de la Alianza.



El mismo Presidente Piñera reconoció en entrevista en este medio que existe un divorcio entre país y política. La gran demanda de esta época es la participación ciudadana. Él mismo reconoce que ya se relajó el respeto a autoridades, instituciones y procedimientos, ante esta profunda brecha de representatividad. Sólo las reformas políticas antes mencionadas -y tan anunciadas-podrán satisfacer este clamor popular… ¿O será necesario que nosotros también tengamos nuestro propio 15-M?




Columna publicada en La Tercera Online