martes, 15 de marzo de 2011

JVR: Para inventar historias y comer pescados...


Las recientes declaraciones de la intendenta Jacqueline Van Rysselberghe sobre su postergada y eventual acusación constitucional dan mucho que pensar sobre la sempiterna impunidad política que ha existido en nuestro país. “Esa acusación constitucional carece de todo sustento” señala ella, luego de ser acusada de presuntas irregularidades en la gestión de subsidios habitacionales para pobladores no damnificados por el terremoto.

¿Existe base para entablar una acusación constitucional en contra de la imaginativa intendenta? Desde luego que no se le imputan delitos de traición, sedición, malversación de fondos públicos y concusión, tal como lo exige el artículo 52 N°2 letra e) de la Constitución Política del Estado. Se le acusa simplemente de vulnerar lo dispuesto en el artículo 8° inciso primero de la Constitución Política del Estado: “El ejercicio de las funciones públicas obliga a sus titulares a dar irrestricto cumplimiento al principio de probidad en todas sus actuaciones”.

¿Fue proba la ex alcaldesa? ¿Sí o no? En caso afirmativo, ¿por jactarse de haber engañado al Presidente de la República, por privilegiar a sus regalones o por falsear hechos a sus futuros votantes? ¿O quizás su falta de probidad consistió en haber intentado traspasar su responsabilidad al subsecretario Andrés Iacobelli y a la ministra Magdalena Matte? Irónicamente, ésta en gran medida le debe el aumento de conocimiento que tuvo el último mes, dejando satisfecho incluso hasta el exigente mandatario. En política, nadie sabe para quién trabaja…

Poco importa ya. Es sabido que en Chile no existe -y desde hace años ya- responsabilidad política alguna. Todo Chile vió los polémicos dichos de la funcionaria penquista ante los vecinos de la población La Aurora de Chile, formándose su propia opinión. De la misma manera, toda la ciudadanía observó cómo el Presidente de la República la confirmaba en su cargo, consagrando el principio de "todo vale mientras no constituya delito", consolidando la impunidad política y de paso, afectando gravemente sus propios -y exiguos- atributos de confianza y de credibilidad.

E importa poco, porque el Ejecutivo al desligarse de su tuición administrativa, se la transfirió a la Cámara de Diputados. Y ahí todo -cualquier cosa, mejor dicho-puede suceder: intereses conjuntos, figuras legales ficticias, elusión evidente a la luz pública, contratos simulados y compadrazgos indulgentes interfieren en cualquier intención fiscalizadora. Es más, ni siquiera será necesario esta vez recurrir a la manida figura del esposo de la ex edil. De nuevo, será un duelo de fuerza entre representantes de la Concertación y de la Alianza -recurriendo al PRI como pivote- sin necesariamente buscar resolver el asunto. Cualquier decisión necesariamente será convertida en una victoria pírrica, en desmedro de la ya débil credibilidad de la clase política.

De hecho, prácticamente desapercibido pasó el rechazo de la Cámara al informe de la comisión especial que indagaba las responsabilidades políticas en las millonarias irregularidades detectadas en el Programa Orígenes y en la Conadi. Después de 3 años de trabajo, 2 comisiones investigadoras, miles de apariciones en medios, vehementes acusaciones o defensas, el jueves pasado fue rechazado el informe de la instancia parlamentaria, por 35 votos a favor, 32 en contra y 4 abstenciones. Aparte de provocar la molestia del grupo mapuche Choyun Mapu, presente durante la sesión, no ocurrió mucho más. ¿Quién responde por esto? ¿Se definió si hubo irregularidades? ¿Hay alguien que asuma el costo político? ¿Se precisó al menos la eventual responsabilidad del ex ministro José Antonio Viera-Gallo? No, y lo más probable es que el espeso manto de la burocracia se encargará de enterrar el conflicto eficientemente.

Curiosamente, la votación parecía concertada en este caso: todos quienes votaron a favor del informe pertenecen a la Alianza -¿o Coalición por el Cambio?- y todos quienes votaron en bloque en contra del informe pertenecen a la Concertación. Paladines de la justicia como Osvaldo Andrade, Pepe Auth o Felipe Harboe, votaron en contra del informe, perpetuando la tradición de impunidad política. Incluso honrosas se ven las abstenciones de los diputados Hugo Gutiérrez, Tucapel Jiménez, Pablo Lorenzini y Guillermo Teiller. Además, fueron 44 los diputados que prefirieron no votar (Accorsi, Aguiló, Alinco, Álvarez-Salamanca, Araya, Arenas, Ascencio, etc…) por razones desconocidas -¿la gira presidencial?-.

Sería de una ingenuidad extraordinaria -pero exquisita a la vez- pretender que la intendenta Van Rysselberghe sea el último político que miente para conseguir sus fines. La postergación de la bullada acusación constitucional permite contrastar el excelente discurso político contra su paupérrima gestión. Pero sorprende aún más nuestra escasa memoria que tenemos como votantes. Hasta ahora hemos sido -¿somos?- rehenes del sistema binominal y voto obligatoria, y nos hemos visto obligados a votar por candidatos designados entre cuatro paredes.

Como consecuencia, el electorado se ha ido distanciando de los partidos políticos. Cada vez más escéptico a las promesas electorales, cada vez más reacio a las pugnas de poder, cada vez más consciente del poder de su voto castigador, se ha ido empoderando día a día, aprendiendo a armarse aunque sea con una cámara, una grabadora … o un simple teléfono celular.

Columna publicada en La Tercera Online


jueves, 3 de marzo de 2011

Campiche: el derrumbe de la superioridad moral


Una inédita polémica se abre con un nuevo cable filtrado por Wikileaks y publicado por Ciper Chile, que involucra directamente al gobierno de la ex Presidenta Bachelet en la aprobación de la central Campiche -proyecto de AES Gener-en la Región de Valparaíso. Dicho documento da cuenta de un fuerte lobby para cambiar la normativa que entonces impidió su construcción, vulnerando todo el discurso y la legislación medioambiental de la mandataria.

Cabe recordar que en junio 2009, la Corte Suprema falló en contra de la autorización dada por la Corema de Valparaíso -por no considerar el tipo de uso del suelo-, confirmando el fallo de la Corte de Apelaciones. Antes, en diciembre 2008, la Contraloría también había rechazado la construcción de la central por considerarla Zona de Restricción Primaria.

Ante esta decisión judicial, el lobby de AES Gener comenzó rápidamente y tuvo como objetivo modificar la normativa vigente, de manera de lograr la aprobación de la central. Para esto, según lo informan cables filtrados por Wikileaks, el entonces embajador de EE.UU., Paul Simons, se contactó con autoridades del gobierno de la ex Presidenta Bachelet: Edmundo Pérez Yoma, ministro del Interior; Marcelo Tokman, ministro de Energía; Patricia Poblete, ministra de Vivienda y Urbanismo; Ana Lya Uriarte, ministra del Medio Ambiente ; Álvaro Sapag, director de la Comisión Nacional del Medio Ambiente, Jorge Castro, alcalde de Valparaíso y Marcos Robledo, asesor internacional de la mandataria. La ex Presidenta Bachelet habría encargado a la ministra Poblete la resolución del conflicto, quién le habría señalado al embajador norteamericano que “el gobierno solucionaría la situación, recurriendo a un decreto ejecutivo de ser necesario”.

Dicho y hecho, el 31 de diciembre de 2009 el ministerio de Vivienda y Urbanismo dictó el decreto N° 68, que modificó el Plano Regulador de Valparaíso, removiendo el obstáculo que impedía la construcción de la central en un área declarada verde. Sólo 15 días después, Empresa Eléctrica Campiche S.A. y AES Gener S.A. solicitaban a la Comisión Regional del Medio Ambiente aprobar en forma definitiva el Estudio de Impacto Ambiental del proyecto Central Termoeléctrica Campiche”, en base al cambio del Plano Regulador.

Ante los reclamos de la población afectada, en julio de 2010 se conformó en la Cámara de Diputados una comisión especial para la investigación de resoluciones Coremas sobre proyectos energéticos, presidida por el diputado Eugenio Bauer (UDI). Después del transcurso de ocho meses, la comisión todavía no vota una resolución, pero encontrándose presentado el informe final. Por lo mismo, sorprende que el diputado Alfonso de Urresti (PS) -miembro de la comisión investigadora desde su inicio- recién ahora pida la reapertura de la investigación para citar a ex y actuales ministros.

Por otra parte, el año 2009, al terminarse el gobierno de Michelle Bachelet, AES Gener decidió ocupar los servicios del estudio jurídico Bofill, Mir & Álvarez, Hinzpeter, Jana Abogados, del que era socio en ese entonces el actual ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter. De la misma manera, contrató a la empresa lobbista Azerta, de Cristina Bitar, formando el mismo tándem que también logró la aprobación de la central termoeléctrica Castilla.

Estas situaciones descritas en los cables enviados por el embajador estadounidense, Paul Simons, hacen definitivamente perder la confianza en la clase política: evidencian que intereses particulares pueden primar por sobre los colectivos. Por esto, la ciudadanía -en especial los habitantes de Puchuncaví- requiere una explicación de la ex mandataria y espera que las instituciones sean capaces de determinar las formas en que los principios ecológicos fueron violentados y vulnerados.

Por otra parte, la participación del ministro Hinzpeter en muchas decisiones ambientales le crea grandes conflictos de interés con su ex estudio jurídico.
De partida, son ya demasiados los rumores sobre presiones a las comisiones de medio ambiente, en especial en estos últimos meses. El que el actual subsecretario de Energía, Sergio del Campo, haya sido desde 2002 hasta 2011 el gerente general de Eléctrica Guacolda, filial de AES Gener, tampoco contribuye a transparentar la imagen de la clase política. Esto sólo refuerza los permanentes peligros de la ya famosa puerta giratoria entre gobierno y sector privado, tema al que la clase política se ha negado sistemáticamente a legislar -al igual que la regulación del lobby-.

Las acusaciones hasta ahora se han dirigido en contra de Concejos Municipales, Comisiones Regionales del Medio Ambientes, ex y actuales ministros e incluso hasta la ex mandataria. Tal como señala Tomás Mosciatti en CNN Chile, “el tono maternal de Michelle Bachelet me parece ahora falso y peligroso”. Nos hace recordar que en política, los discursos suelen no concordar con la realidad, como quedó demostrado hace tan poco con la intendenta Jacqueline Van Rysselberghe. Este actuar tan permanente y sistemático obliga a la ciudadanía a estar más vigilante que nunca. Los resultados de la última encuesta Adimark reflejan los bajos índices de aprobación que vive la clase política: 42% del Presidente, 40% del Gobierno, 33% de la Coalición por el Cambio, 27% de la Concertación, 33% el Senado y 27% la Cámara de Diputados. Pero además de desprestigiar la política, estos lamentables hechos también derrumban en forma definitiva cualquier pretensión de superioridad moral de ambos bandos.

Columna publicada en La Tercera Online