jueves, 28 de diciembre de 2006

Regulación del lobby

Ante los últimos hechos de corrupción, la opinión pública comenzó a exigir una mayor transparencia en las decisiones de quienes ejercen el poder. La investigación de los múltiples hechos ilícitos cometidos por distintas autoridades, ha permitido cuestionarse en forma legítima el correcto funcionamiento de las instituciones públicas.

Han sido muchas las manifestaciones surgidas de la clase política, dirigidas a enfatizar y destacar su rechazo a la corrupción. Numerosos personeros del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo, así como también dirigentes de los partidos políticos han reiterado su compromiso por combatirla. A pesar de que los acontecimientos se originaron en relación a gastos electorales, el debate se ha ampliado a instalar una agenda pro transparencia respecto a todo el sistema político.

Desde el conocimiento público del caso MOP Gate, numerosas declaraciones de distintos personeros han tendido a promover una agenda pro transparencia. En el caso de Chiledeportes, esta es la cuarta comisión investigadora de la Cámara de Diputados, sin resultados previos.

Pero a pesar de todos los discursos, el proyecto de ley que regula el lobby, proyecto de vital importancia al momento de prevenir y combatir el tráfico de influencias y el enriquecimiento ilícito, en forma inexplicable todavía continúa pendiente.

Este proyecto fue ingresado al Congreso Nacional en noviembre del año 2003, aprobándose el primer trámite legislativo recién en agosto del 2005 en la Cámara de Diputados. Desde esa fecha es que se encuentra en el Senado para el segundo trámite constitucional, actualmente sin urgencia.

Tal como lo expresa el proyecto de ley inicial, en una sociedad democrática las decisiones de los organismos estatales siempre deben ser tomadas con miras al bien público, sin influencias ilegítimas determinadas por intereses particulares individuales, grupales o sectoriales en detrimento de los intereses de la ciudadanía. Precisamente, la falta de control de estas prácticas de lobby, facilitan tráficos de influencia indebidos o actos de corrupción de funcionarios públicos o políticos.

La imperiosa necesidad de un Estado transparente no solamente radica en los funcionarios del Poder Ejecutivo, sino que comprende también a los funcionarios del Poder Legislativo y Judicial, y a toda la clase política.

Estos últimos años, ante cada crisis de corrupción, la agenda pública se ha llenado de declaraciones de principios que han propuesto una y otra vez la modernización y transparencia del Estado. El desafío actual consiste en que todas esas intenciones pasen de una vez por todas del discurso a la acción. La ciudadanía necesita transparencia de parte de sus autoridades estatales y de sus partidos políticos, haciéndose imprescindible la información respecto a las actividades de lobbystas y autoridades, para ejercer un eficaz seguimiento.

El nuevo comité asesor convocado para proponer políticas en prevención de la corrupción, mencionó como objetivo el detectar vacíos legislativos. Precisamente esta falta de regulación del lobby constituye un gran vacío legislativo en materia de transparencia. En el caso Publicam, se cometieron múltiples irregularidades a pesar de que los gastos electorales fueron revisados por el Servicio Electoral. Si estos hechos fueron cometidos aún con una fiscalización estatal, la opinión pública puede suponer cualquier práctica de lobby no informada como tráfico de influencias y de enriquecimiento ilícito.

Por tanto, es fundamental regular el lobby, práctica que hoy se realiza sin controles y en forma subterránea como consecuencia de la inexistencia de una normativa legal y reglamentaria, cuyo proyecto de ley espera desde hace un año la aprobación del Congreso Nacional.

ANDRES JIRON SANTANDREU, abogado MBA, Gerente General de Gestcom.



miércoles, 27 de diciembre de 2006

Explicando lo inexplicable

Ante las últimas revelaciones sobre gastos reservados, la ciudadanía ha constatado la reiterada y permanente utilización abusiva que ha hecho de ellos la clase política. Las acusaciones mutuas y descalificaciones entre los distintos partidos y personeros, sólo han servido para evidenciar una total falta de transparencia y un uso ilegítimo y sistematizado de gastos reservados durante todos los gobiernos de la Concertación, el de Pinochet y probablemente también el de Allende.

Se suma el descubrimiento de verdaderas maquinarias de malversación, que involucran nuevamente a políticos y a sus partidos. Las desviaciones de fondos se han convertido en una práctica habitual, recurrente e institucionalizada. El intento de elección “en ausencia” del presidente de una comisión investigadora del Parlamento, demuestra una vez más una intención de burlar a la opinión pública. La demora inexplicable del nombramiento de un contralor titular, por otra parte, también permite cuestionarse en forma legítima, si existe o no una real voluntad de control.

En las últimas tres décadas, Chile ha experimentado importantes cambios que le han permitido aproximarse al umbral del desarrollo. No ha sido gratis para la ciudadanía, quién ha tenido que asumir muchos de los costos políticos, económicos y sociales.

Después de 36 años de abusos e irregularidades de la clase política en materia de transparencia y probidad, hoy el ciudadano común y corriente exhorta a las actuales autoridades a que pongan término de una vez por todas a la corrupción en Chile, instalando y fortaleciendo una verdadera cultura de transparencia. Sería el primer paso para que los chilenos recuperáramos la fe en nuestra clase política.

Andrés Jirón Santandreu

Abogado MBA



Carta publicada en El Mercurio el 23 de Diciembre de 2006 y en el Diario Financiero el 26 de Diciembre de 2006.

Que las instituciones funcionen


Señor Director:

Vergonzoso ha sido conocer la maquinaria que operaba en el caso Chiledeportes-Publicam. El uso reiterado de facturas falseadas, de una empresa sin socios reales y sin un domicilio verdadero, demuestra que en política existen prácticas habituales de cuadrar gastos con documentos tributarios ilícitos, para retirar dineros en forma clandestina.

¿Qué ocurre cuando una figura similar es montada por un ciudadano común y corriente? Se aplica el máximo rigor y todo el aparataje estatal interviene para castigar, con sanciones mucho más severas que un despido o remoción. Y, por supuesto, la explicación de "yo no sabía" ni siquiera es escuchada.

Por eso resulta fundamental que las instituciones funcionen, y funcionen de verdad, no solamente en el discurso. Este es un caso que requiere una investigación exhaustiva en la búsqueda de los responsables y la dimensión de los ilícitos cometidos, además de una profunda revisión de todas las instituciones facultadas para entregar asignaciones directas. La ciudadanía necesita transparencia de parte de las instituciones estatales y de los partidos políticos. Ya que no la hay, al menos que exista la certeza de igualdad ante la ley y de que no hay tratamientos privilegiados, independientemente del estatus de la persona involucrada.

ANDRÉS JIRÓN SANTANDREU
Abogado, MBA



Carta publicada en El Mercurio el 2 de Noviembre 2006, en el Diario Financiero el 3 de Noviembre de 2006, en La Tercera el 4 de Noviembre de 2006 y seleccionada en libro "Las mejores cartas a El Mercurio", publicado por El Mercurio-Aguilar.