domingo, 15 de marzo de 2009

Crisis en la industria de medios

La recesión económica mundial ha profundizado la crisis medial de los últimos 20 años. Desde entonces, la fuerte irrupción de productos sustitutos genera nuevas amenazas a esta industria, postergando incluso pugnas entre competidores.

El salitre, el transporte ferroviario y ahora la industria discográfica. La crisis de los medios no es distinta a lo vivido por otras industrias. Pero sí concuerdo plenamente con Andrés Azócar en su diagnóstico: falta de innovación de los medios, en especial de los impresos. La televisión y la radio han desarrollado ambientes competitivos, luchando cada día, hora y segundo por captar audiencias. Para esto, necesitan adecuarse rápidamente a los cambios de sus audiencias. Un programa con bajo rating no sobrevive la temporada. Y las audiencias evolucionan cada vez más rápido –quizás uno de mis primeros signos de vejez…-. Lo que gusta hoy, puede no gustar mañana. Nicolás Quesille y Carlos Pinto lo saben con certeza, lo que no les garantiza el poder percibir estos cambios a tiempo.

En la prensa impresa existía un duopolio de años, con una competencia entre El Mercurio y La Tercera transformada en una cómoda y civilizada coexistencia. Dos actores principales, consolidados y con audiencias cautivas permitían mirar con tranquilidad el horizonte. Esporádicas apariciones de nuevos medios animaban el mercado y diluían las inevitables críticas a la concentración. “¿Para qué innovar, si estamos bien?”, dijo el camarón somnoliento…La irrupción de Internet provocó una revolución en la industria de las comunicaciones, complicando la situación de los medios. De partida, un tema insoslayable: Costo. La compra del ejemplar de un diario siempre es costo directo, a diferencia del costo de Internet, televisión o radio, que parece costo indirecto, diluido entre varios servicios en atractivos paquetes de productos. Los suscriptores de diarios tienen internet, a diferencia de los compradores esporádicos. Ahí vemos la lucha de LUN o La Cuarta por tentar, mediante portada vendedora, la compra del diario del día. Desembolso que puede significarle al comprador –en especial este año- la postergación de otras necesidades.

Hay otro problema, más profundo que el costo y que seguirá existiendo en los medios una vez superada la crisis, como señala Eduardo Arriagada en su posteo. Desconozco el funcionamiento de los medios extranjeros -soy un outsider de la industria periodística-, pero lo he percibido en medios chilenos, en especial El Mercurio, y en algún grado La Tercera.

Internet ha empoderado a las audiencias, intercambiando roles de emisor y receptor. Pienso que ahí está el fracaso de los diarios: no asumir la comunicación bidireccional. Los diarios mencionados mantienen una sección de Cartas al Director, algunos blogs temáticos, incorporaron en sus sitios web la opción de comentarios: El Mercurio, con un máximo de 350 caracteres y sólo en la sección Opinión; La Tercera, con un máximo de 500 caracteres, en todas las noticias y con una nueva sección de Periodismo Ciudadano. Son todos los espacios de participación ciudadana que entregan. En internet, en cambio, el empoderamiento de la audiencia es mayor. Por ejemplo, en http://www.politicastereo.tv/, redacto y subo artículos inmediatamente, sin limitaciones de caracteres, espacio, temas prioritarios o revisión editorial. Una carta al Mercurio o La Tercera queda sujeta a esas restricciones.

Las opiniones ciudadanas siguen relegadas a un segundo plano, tanto respecto a su visibilidad como al aval de los medios masivos. Continúa la tendencia a la comunicación unidireccional, a la “administración” de la realidad, quizás a un cierto aire de superioridad, consagrando, en definitiva, un círculo cerrado. Actitud resistida por las audiencias, quienes, empoderadas, conscientes de su valor y ávidas de soportes, no admiten intermediarios en su comunicación. En contraste, la radio y la televisión accedieron a compartir su poder, estableciendo canales de comunicación directa e involucrando audiencias en tomas de decisiones, como en los realities. En cambio, los medios impresos todavía son cautelosos en sus canales de comunicación directa y no demuestran intenciones de empoderar las audiencias.

Por eso, la sobreoferta de profesionales, el auge del periodismo ciudadano y la accesibilidad a sustitutos de medios impresos refuerzan la recomendación de Roberto Castro en su posteo: generar las propias audiencias y movilizarse con ellas. ¿Cómo? Logrando que el rol del periodista evolucione hacia el periodismo interpretativo. La capacidad de conformar la realidad, de explicar el acontecimiento en función de otros hechos, es de un inmenso valor. Coincidiremos en que un artículo de Oppenheimer o de Cavallo no son commodities. ¿O sí?


Andrés Jirón Santandreu
Gerente de Operaciones
DB Group

Publicado en sitio web http://www.gestcom.cl/ y en blog Facultad de Comunicaciones Ponrificia Universidad Católica.


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