viernes, 12 de junio de 2009

...o sino postulo como independiente


Se está produciendo un importante cambio en la política. Después de la campaña de Marco Enríquez-Ominami, los candidatos redireccionan su gestión, enfocándose en las audiencias y no en las cúpulas partidistas. Hasta ahora, las dirigencias de los conglomerados habían administrado firmemente las designaciones de los candidatos, coordinando la oferta política con la demanda electoral. Sin embargo, ante una fuerte competencia por los escasos cupos parlamentarios, empiezan a surgir los primeros anuncios de postulaciones independientes.

¡Qué duda cabe! Empiezan a verse en algunos partidos políticos los primeros efectos colaterales del fenómeno Marco Enríquez-Ominami. Marcelo Trivelli renunció a la mesa DC y evalúa postular por fuera. A su vez, Fulvio Rossi comienza a recolectar firmas para una eventual postulación como independiente al Senado. Las férreas -y eternas- jerarquías de los partidos políticos comienzan a enfrentar inesperados movimientos internos.

Durante años, los políticos han dirigido su mirada a las cúpulas de sus partidos, buscando la visibilidad necesaria para ser designados como candidatos a parlamentarios, alcaldes, concejales o bien a algún cargo público. La combinación del sistema binominal más el voto obligatorio, de alguna manera, ha permitido concentrar la competencia dentro de cada conglomerado político. La verdadera lucha se ha producido primero dentro de los partidos, y luego dentro de la coalición correspondiente. En una industria con altas barreras de ingreso, la actual mecánica les ha permitido operar la oferta de candidatos y, a la vez, beneficiarse de la demanda eleccionaria. La escasa competencia ha permitido que los dirigencias designen a sus candidatos, sin necesitar de la intervención de las bases partidarias o de la ciudadanía.

Sin embargo, el rechazo de la Concertación a la participación de Marco Enríquez-Ominami en sus primarias -con todas las restricciones impuestas-, desencadenó la consolidación de nuevas tendencias que hasta ahora no habían sido recogidas por un movimiento político. Ante la negativa, el díscolo diputado optó por autoexcluirse, iniciando una candidatura presidencial por fuera de su coalición. Su irrupción en la contienda política, con resultados que incluso superan sus expectativas iniciales, ha sido seguida con atención por la opinión pública, los partidos y el Gobierno.

El inesperado candidato presidencial fue el primero en redireccionar su gestión política, optando por enfocar su mirada en las audiencias, y desoyendo totalmente las decisiones de las directivas partidistas. Consciente del gran descontento del electorado, de la desafección de los chilenos con la política y, por ende, de la escasa adhesión a los conglomerados, privilegió un discurso que apela al recambio político y, que manifestado además en un estilo transgresor, le ha permitido diferenciarse en un ambiente que fácilmente confunde discursos similares.

Hombre de comunicaciones, optó por eliminar a los partidos políticos como canales de distribución y dirigirse en forma directa al electorado. La enorme visibilidad obtenida, los buenos resultados en las encuestas y los incipientes apoyos que surgen en la Concertación, hacen pensar que su decisión fue la correcta.

Ante su éxito, candidatos parlamentarios comienzan a imitar esta estrategia y a instalar el tema con anuncios sobre una eventual postulación como independientes. Rodrigo García Pinochet en la Alianza y Carlos Ominami, Nelson Ávila, Marcelo Trivelli y Fulvio Rossi en la Concertación, han intentado presionar a través de estos anuncios, con mayor o menor éxito.

Los cupos parlamentarios se consideran como derechos adquiridos de cada colectividad, constituyéndose cada circunscripción en verdaderos feudos. La primera prioridad siempre la tienen los titulares, y en caso de renuncia, se nombra el reemplazante a nivel cupular. Ante la insuficiencia de cupos, la verdadera competencia parlamentaria se produce entonces dentro de cada conglomerado.

Hasta ahora, la reconocida dificultad de postular fuera de una coalición política desincentivaba las candidaturas paralelas. Sin embargo, ese paradigma está quedando sin efecto después de la campaña de Marco Enríquez-Ominami. Hoy día, la postulación independiente se analiza como una alternativa más. Según la cartilla normativa del Servel, estas candidaturas parlamentarias requieren un patrocinio del 0,5% de los ciudadanos que hubieren sufragado en el distrito electoral o circunscripción senatorial en las últimas elecciones parlamentarias.

En los últimos años, han sido varios los movimientos independentistas surgidos en las tiendas políticas. Algunos terminaron en rupturas, como los de Adolfo Zaldívar (ex DC), el actual senador Alejandro Navarro (ex PS), Jorge Arrate (ex PS), Fernando Flores (ex PPD) o Jorge Schaulsohn (ex PPD) Otras rebeliones, en cambio, fueron contenidas por las cúpulas partidistas, como la de José Antonio Kast en la UDI o la de Alberto Undurraga y Claudio Orrego, en la DC. La legítima duda que surge es hasta cuándo se podrán seguir manejando, sin caer en procesos autodestructivos.

Por eso, cada vez se hace más necesaria la implementación de la tan anunciada modernización de los partidos. Se requieren mecanismos democráticos –primarias, votaciones y otros-, que permitan mejorar la representatividad y legitimidad política. Con ello, no solamente se beneficia la calidad de nuestra política, sino que también se incentiva una mayor participación ciudadana.

1 comentario:

Unknown dijo...

La política ha sido capturada por los dirigentes de los partidos políticos. Así, han impedido la renovación de gente, que es natural a cualquier empresa.
Interesante tu artículo, Andrés, porque abre nuevas oportunidades a los partidos políticos.