domingo, 13 de enero de 2008

Políticos díscolos

El fenómeno de los políticos díscolos que partió tímidamente en el Congreso hace algunos años atrás, se ha ido expandiendo con fuerza en los partidos políticos y consolidando en forma irreversible en el ámbito nacional, hasta incluso llegar a La Moneda, situación impensable hace algunos años atrás.

¿Qué ha sucedido para llegar a estos extremos?

La escasa identificación que siente la ciudadanía con los conglomerados políticos, cuantificada en diversas encuestas con exiguos índices cercanos al 20% de aprobación, han explicitado la baja representatividad de la actual clase política. Esto ha promovido un implícito “sálvese quién pueda”, privilegiando intereses individuales por sobre colectivos, dificultando la visión de un proyecto común e imposibilitando la construcción de un relato nacional.

Con el proyecto de ley de inscripción automática se busca camuflar esta escasa adhesión. Por eso, y solamente como un hipotético ejercicio teórico, ¿se atrevería la clase política a aprobar un proyecto de ley que estableciera el voto voluntario? Sería interesante conocer los verdaderos índices de representatividad de nuestros dirigentes políticos.

Dada la importancia de los partidos políticos para el desarrollo y consolidación de un marco institucional, económico y social, se hace cada vez más imprescindible recuperar esa sintonía que en algún momento tuvieron con el chileno común y corriente.

Para esto, se necesita enfocarse en los nuevos intereses ciudadanos, renovar las cúpulas dirigentes, ampliar las bases partidiarias y desarrollar elementos diferenciadores que permitan al votante fundamentar con solidez su opción electoral.

De otra forma, que el (la) último (a) apague la luz…

Carta publicada en el Diario Financiero el 9 de Enero de 2008.

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