Se suma el descubrimiento de verdaderas maquinarias de malversación, que involucran nuevamente a políticos y a sus partidos. Las desviaciones de fondos se han convertido en una práctica habitual, recurrente e institucionalizada. El intento de elección “en ausencia” del presidente de una comisión investigadora del Parlamento, demuestra una vez más una intención de burlar a la opinión pública. La demora inexplicable del nombramiento de un contralor titular, por otra parte, también permite cuestionarse en forma legítima, si existe o no una real voluntad de control.
En las últimas tres décadas, Chile ha experimentado importantes cambios que le han permitido aproximarse al umbral del desarrollo. No ha sido gratis para la ciudadanía, quién ha tenido que asumir muchos de los costos políticos, económicos y sociales.
Después de 36 años de abusos e irregularidades de la clase política en materia de transparencia y probidad, hoy el ciudadano común y corriente exhorta a las actuales autoridades a que pongan término de una vez por todas a la corrupción en Chile, instalando y fortaleciendo una verdadera cultura de transparencia. Sería el primer paso para que los chilenos recuperáramos la fe en nuestra clase política.
Andrés Jirón Santandreu
Abogado MBA
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