viernes, 5 de marzo de 2010

Nuevo gobierno: tiempos de ordenar y limpiar




Aunque siempre el triunfo de Sebastián Piñera fue interpretado como el término de un ciclo político y el comienzo de una nueva etapa, hasta ahora jamás se pudo visualizar la extensión y profundidad del proceso de reconstrucción. El terremoto, el inmediato tsunami y los posteriores saqueos confirmaron que no todas las instituciones funcionan correctamente en nuestro país. Se desencadena entonces la necesaria etapa de evaluación y redefinición que corresponderá al próximo gobierno. Ahora, el anuncio de un “gobierno de unidad” cobra mayor sentido que nunca, barriendo con todas las objeciones iniciales.


En este largo y doloroso proceso, será fundamental que el nuevo gobierno revise cuidadosamente el desempeño de cada una de las instituciones, tanto públicas como privadas, involucradas en esta emergencia. De partida, la aparente superioridad que creíamos tener en el manejo de catástrofes -después de todos los elogios internacionales recibidos por la ayuda chilena en Haití- quedó absolutamente desvirtuada. Tal como dijo Tomás Mosciatti en CNN Chile, “fuimos mucho más rápidos para ir a Haití que para ir a Concepción”.


Después del sismo, los chilenos tuvimos que comenzar a ordenar el caos producido en nuestros hogares y lugares de trabajo. Al igual que esta gran mayoría, el próximo gobierno deberá ordenar y reconstruir el país. El 11 de marzo las necesidades básicas debieran estar ya cubiertas y el nuevo mandatario enfrentará un escenario de shock, dolor y desolación, que será necesario superar para levantar de nuevo el país.


La inexistencia de avisos oportunos, la ausencia de información fidedigna y la falta de conectividad, además de la descoordinación en las entregas, hicieron perder credibilidad a las autoridades. La capacidad de reacción gubernamental fue ampliamente superada por la de los medios, quienes cumplieron impecablemente su función entregando la información necesaria y desmintiendo cualquier justificación de no efectividad. Este terremoto demostró una pobre capacidad de gestión gubernamental cuando el Gobierno no cuenta con la planificación de sus asesores comunicacionales.


Emblemática resulta la polémica surgida entre la Armada y la Onemi acerca de la oportunidad y claridad del aviso del maremoto, ya que más adelante se necesitará definir las responsabilidades de todas las instituciones involucradas. A su vez, el conjunto de declaraciones emitidas por la Ministra de Vivienda, alcaldes de Ñuñoa, Concepción y Santiago, presidente de la Cámara Chilena de la Construcción y ejecutivos de empresas constructoras refleja el poco control real que existe sobre algunas actividades en el ámbito privado. Aún más, los anuncios de entrega de ayuda fueron desmentidos por residentes en las comunas más aisladas, las señales de calma y seguridad refutadas por imágenes de saqueos y delincuencia y el estado de suministro eléctrico rechazado por los alcaldes. Más que una caza de brujas, se trata de identificar procedimientos ineficaces y decisiones erradas -que definitivamente no cumplieron sus objetivos- para evitar que vuelvan a repetirse en el futuro.


Fueron muchos los compatriotas que perdieron seres queridos, hogares, puestos de trabajo y enseres, reforzando una sensación de vulnerabilidad ante una naturaleza todopoderosa e inclemente. Un profundo dolor colectivo surgió en todo el país conmovido ante las impensadas consecuencias, en especial en las regiones del Libertador Bernardo O’higgins, Maule y Bío Bío.

En general, el Presidente Piñera deberá revisar y readecuar su programa de gobierno ante estas nuevas necesidades. Entre ellas, las carteras de Transportes y Telecomunicaciones, Vivienda, Salud, Obras Públicas, Educación y muchas otras más enfrentarán desafíos prioritarios inexistentes al momento de las campañas presidenciales.


Al igual que muchos chilenos con los enseres en sus hogares, el próximo Gobierno deberá revisar las instituciones estatales, -incluso recoger algunas-, y luego clasificarlas entre las que se mantienen intactas, las que requieren reparaciones o bien las que sencillamente ya no tienen arreglo. Desde ya, se visualiza un importante deterioro en la credibilidad de ciertas entidades, al constatar la ciudadanía que muchos de los ofrecimientos iniciales de ayuda quedaron sólo en mediáticas declaraciones, sin que se convirtieran en realidad.


Por eso, el Poder Ejecutivo deberá reconstituir la credibilidad de sus autoridades, además de todo el complejo y costoso proceso de reconstrucción del país. Para esto, será fundamental la identificación de procedimientos ineficientes y de decisiones erradas, tanto en el sector público como en la empresa privada. Todavía existe en Chile cierta impunidad, en especial en aquellas situaciones que involucran simultáneamente a varios actores y, que por lo tanto, dificulta la asignación de responsabilidades.
Casos como Mop -Gate, Conadi, Chiledeportes, Conadi, Cees, Efe, Enap, Registro Civil , aviones Mirage, Ministerio de Cultura, Sename, Subdere, Hospital de Talca, Hospital de Iquique, Hospital Félix Bulnes, entre otros, consagran la impunidad de la administración estatal en nuestro país.


Como una señal de cambio del próximo gobierno, las responsabilidades debieran hacerse efectivas, impidiendo que se diluyan en el tiempo. Para esto, deberán investigarse en profundidad todos los hechos, informar el proceso y los resultados a la opinión pública y aplicar con rigor la legislación vigente. Sólo de esta forma se podrá dar una señal que comienza una nueva forma de gobernar.



1 comentario:

Anónimo dijo...

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