viernes, 24 de octubre de 2008

Del que hacer al quehacer


La metáfora del rompecabezas es un excelente ejemplo de lo que ha sido la elaboración de una teoría de la ciencia de Relaciones Públicas. El fenómeno ha sido percibido, comprendido e investigado, y se han elaborado distintas teorías para explicarlo.
Pero por ser una especialidad joven, no existe aún un consenso en la comunidad científica de esta especialidad respecto a sus definiciones, ni tampoco respecto a sus alcances. Esta situación se agrava aún más, debido a que por tratarse de una ciencia, la red teórica implica un sistema abierto a nuevas interrogantes, las que se han renovado fuertemente en estos últimos 10 años.

En nuestro país, tradicionalmente acostumbrados a la “importación de teorías” desde países desarrollados como Estados Unidos de Norteamérica o la actual Unión Europea, esta multiplicidad de teorías nos ha sumado en un mayor desconcierto. Algunos científicos chilenos en el extranjero han elaborado importantes teorías dentro del área de las comunicaciones, pero ninguna lo suficientemente completa para elaborar una red teórica. En consecuencia, hemos debido recurrir a científicos de países emergentes en esta materia, quienes han elaborado nuevas teorías, algunas de ellas con gran reconocimiento internacional.

El autor Roberto Porto Simôes, de origen brasilero, establece una nueva teoría de las Relaciones Públicas, estableciéndola como una Ciencia Política, que estudia la relación del poder en la sociedad, pero en espacios más circunscritos: la Micropolítica. Asimismo, describe la actividad de Relaciones Públicas como la gestión de la función organizacional política. Esta es la teoría en la cual se basa el Diplomado en Comunicación Corporativa del cual somos alumnos.

Sin embargo, esta diversidad de definiciones en el área de Asuntos Públicos, ha significado la falta de una razón lógica única (rationale) en la comunidad, especialmente en el área académica, formadora de nuevos profesionales del rubro, lo que se ha transferido luego a la relación profesional-cliente y a la sociedad en general. Esto ha repercutido en una débil red teórica, en que los conceptos, definiciones y principios no están aún interligados y no existe una única visión.

La falta de esta teoría única ha tenido distintos efectos en el área de Relaciones Públicas, que en su gran mayoría han significado una pérdida de valor de la gestión del profesional de esta actividad, que se detallan a continuación:

Al no haber incorporado una teoría a su gestión, el profesional muchas veces elude su labor de estratega, limitándose solamente a la implementación de proyectos de comunicación, o en una situación aún más grave, a la organización de eventos sociales.
Esta falta de red teórica ha hecho que los profesionales del área manejen en forma deficiente tanto el proceso propiamente tal de las Relaciones Públicas como su programa.
En relación al proceso, la falta de red teórica ha impedido a los profesionales validar su actividad como una ciencia, ni tampoco les ha permitido describir dentro de sus empresas la estructura del fenómeno, sus componentes ni su dinámica. Tampoco existe, en términos generales, una visión específica y determinada respecto al rol del Relacionador Público, en el sentido que ésta es la gestión de la función organizacional política a fin de obtener la cooperación de los diferentes públicos para la consecución de la misión organizacional.
Esto ha hecho que el profesional (nuevamente hablo en términos generales), se haya especializado en la función de implementación de programas de comunicación, eludiendo las otras funciones de la actividad de Relaciones Públicas: diagnosticar, pronosticar y asesorar.
Esta falta de método científico ha hecho que dentro de las empresas sus opiniones no se encuentren validadas, produciéndose una cierta desconfianza hacia su capacidad. En términos generales, han sido reemplazados por otros profesionales, con formaciones científicas más evidentes, como pueden ser los ingenieros comerciales o ingenieros civiles industriales en el área de marketing, y los sicólogos laborales o ingenieros comerciales en el área de los recursos humanos. De esta forma, el ámbito de la gestión de los Relacionadores Públicos se ha visto restringida dentro de la empresa, siendo reemplazados por profesionales de otras áreas.
Al no estar posicionados como una profesión científica, muchas veces los profesionales del área son marginados tanto de la investigación pura como de la investigación aplicada. Por lo tanto, realizan en forma cotidiana la observación participativa, el análisis de contenido de los medios y el estudio de casos, pero no se les permite por falta de teoría y metodología científica entregar y validar sus conclusiones como resultado de una investigación científica.

CONCLUSIONES:

Esta multiplicidad de teorías en la disciplina de las Relaciones Públicas ha dificultado una formación orgánica de profesionales en las universidades chilenas , dado que existen distintas visiones de parte de los académicos respecto al que hacer de los Relacionadores Públicos. Esta disimilitud de visiones se ha trasladado, como una consecuencia lógica, al quehacer de los profesionales del área, quedando su aporte sujeto a la validación individual que cada uno pueda lograr frente a su cliente o empresa.

La necesidad de una teoría común y compartida dentro de las aulas chilenas, incentiva a la implementación de una red teórica, que permita entregar fundamentos científicos a nuestra profesión. Teniendo presente que estamos frente a una ciencia, y por lo tanto, frente a un sistema abierto que permite permanentemente nuevas redefiniciones, la consagración de la teoría de Roberto Porto Simôes referente a Relaciones Públicas y Micropolítica nos entregaría una consolidación en estos nuevos tiempos profesionales.

Andrés Jirón Santandreu
Gerente General
GestCom

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