Indudablemente la gran vencedora de la última encuesta CEP fue la ex Presidenta Bachelet.
Desde Nueva York, en un mutismo absoluto y con solo esporádicas visitas
-exclusivamente privadas- a nuestro país, sin declaraciones a medios ni
contactos con partidarios, logra un 54% en intención de voto, seguida
muy a lo lejos por su siguiente contendor, Laurence Golborne (11%).
Doble mérito, si se toma en cuenta que ella lo consigue sin la ayuda de los dos puntales de su gobierno: Andrés Velasco, ex ministro de Hacienda durante los cuatro años de mandato y futuro contendor en las primarias concertacionistas; y Juan Carvajal,
ex director de la Secretaría de Comunicaciones por el mismo período, el
hombre que logró que Bachelet terminara su período con un histórico 84% de popularidad
a pesar de bajos índices de crecimiento económico de su gobierno,
también en un ya habitual contexto de crisis económica internacional
(2006: 4,6%; 2007: 4,7%; 2008: 3,7% y 2009: -1,7%; Cifras OECD) .
El que la ex mandataria logre desde el extranjero “aparecer en una posición de privilegio”
demuestra una gran capacidad comunicacional masiva, sobresaliente para
una médico cirujano, -o al menos, un gran instinto en confiar en sus
asesores-, habilidades de las que demuestra carecer por completo el Presidente Piñera
en su porfía por mantener a un grupo de aficionados como asesores
comunicacionales. Su equipo no sólo obtuvo récords en cuanto a
desaprobación ciudadana de un mandatario, sino que nunca fue capaz de
conectarse con audiencias femeninas, juveniles o de regiones y que
nunca logró mostrar al mandatario como alguien confiable, cercano, firme
y hábil, como se desprende de la última encuesta CEP.
Que el 51% de la población desapruebe la forma como Sebastián Piñera
está conduciendo su gobierno convierte en modesto el 31% de aprobación.
Ni siquiera logra convencer de las grandes fortalezas de esta
administración, al reflejar exiguos 28% de aprobación en manejo
económico y en empleo.
Pero también el equipo
comunicacional de La Moneda fracasó al lograr que indicadores de gestión
como crecimiento económico (2010: 6,1%; 2011: 6,0%; Banco Mundial y proyecciones 2012: 5,5%); tasas de desocupación (en trimestre móvil sep-nov 2012: 6,2%); crecimiento por tercer año consecutivo de masa salarial en 2012; la más alta tasa de participación laboral femenina de la historia (47,8%); decisión de Standard and Poor’s de mejorar clasificación de riesgo soberano de Chile; o proyectos sociales como ampliación postnatal a seis meses; eliminación del 7% de cotización salud para pensionados; eliminación de listas de espera de enfermedades Auge; bono Bodas de Oro; reducción brechas socioeconómicas Simce o creación Sernac Financiero; no sean valorados por la opinión pública y al día de hoy valgan champignon…
¿O acaso la evaluación ciudadana era mucho peor y mejoró gracias al
área comunicacional de Gobierno? Los asesores del Presidente fallaron -
error de alumno de 4º Medio de colegio particular- al intentar construir
el relato unidimensional de un gobierno basado exclusivamente en el
crecimiento económico en un contexto de tanta desigualdad. Obviamente,
el mensaje no llegó á a la audiencia ni provocó el efecto deseado, sino
lo único que hizo fue preparar el ambiente para el próximo que sí sepa
empatizar con la ciudadanía a través de su discurso…
¿Pero qué otros efectos provocará la encuesta CEP?
De partida, para la ex Presidenta Bachelet,
la confirmación de su posición de privilegio, lo que le abre grandes
oportunidades para imponerse por sobre los partidos políticos
opositores, envueltos en pugnas de poderes y empeñados en robustecer sus
áreas de influencia. Pero además le significa un inmejorable punto de
partida para recaudar fondos para su campaña, en especial con un
empresariado que resiente la gestión del Presidente Piñera por considerar que atenta contra privilegios adquiridos y que prefiere mil veces los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet.
Y por supuesto que el tema recursos económicos resulta relevante para
la candidata, después de una ausencia de más de dos años en Chile y del
débil cometido de la Fundación Dialoga en cuanto a lograr financiamiento para sus propios proyectos.
Para la Concertación,
un tarjetazo a lo Bolocco en sus épocas de gloria, reprendiéndolos por
las pugnas internas y exigiéndoles una pronta solución al conflicto
DC-PC. Con el 50% de desaprobación ciudadana, la Oposición no tiene mucho margen para exigencias desmedidas y sólo queda bajar la cabeza…
Para el Gobierno,
el reconocer que su estrategia de minimizar la construcción de
intangibles y relegar a un segundo plano todos los aspectos
comunicacionales, le significó convertirse en un breve paréntesis entre
dos gobiernos de Bachelet. Los indicadores de gestión -que en la empresa
privada hubieran hecho babear a los directivos- poco importan a la
ciudadanía ante atractivos cantos de sirena... Pero además ante cifras
de aprobación ciudadana tan paupérrima, la administración Piñera deberá
asumir el inicio de su período de pato cojo y la importante pérdida de
influencia sobre los partidos oficialistas .
Para la Coalición para el Cambio -¿todavía incluye a ChilePrimero?- y sus precandidatos, significa una readecuación de su discurso al tener poco que perder y mucho que ganar. Si el compromiso de Golborne y Allamand
era de no atacar al Gobierno, estas pobres cifras de aprobación
ciudadana sólo incitan a desligarse de un discurso diseñado por
ideológos de Gobierno, pomposo y poco efectivo.
Columna de opinión publica en La Tercera Online y en el Diario El Nortino
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