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lunes, 7 de febrero de 2011

Gobierno: ¿esperando el 33%?


Esta cifra, símbolo de buenas noticias después del rescate minero, podría convertirse en un muy mal presagio si habláramos de aprobación presidencial. Según la última encuesta Adimark, por primera vez el índice de desaprobación presidencial (46%) superó al de aprobación (41%). De la misma manera, los índices se traspasaron a la gestión del Gobierno, con índices de 45% versus 44%, respectivamente. La hasta ahora inédita inversión de estos guarismos -que grafica la fuerte y rápida pérdida de capital político- pareciera no preocupar a los asesores del Jefe de Estado. ¿Están esperando para reaccionar que la aprobación al mandatario alcance el piso sicológico del 33%?

Escasas han sido las reacciones en el Palacio de La Moneda respecto a estas cifras. Hasta ahora, no se han visto cambios importantes en voceros, equipos de asesores, estilos de discursos o comportamientos presidenciales. ¿Época de vacaciones? ¿Minimización de valoración de la opinión pública? ¿Desorientación de hacia dónde apuntar los dardos comunicacionales? ¿O bien esta calma deriva de la confianza depositada en las próximas reformas del Gobierno?

Este será un año clave, con anunciadas modificaciones legislativas en siete áreas: 1. Salud (eliminación descuento 7% jubilados y flexibilización post natal femenino); 2. Delincuencia (implementación Ministerio Seguridad Pública); 3. Política (aprobación voto chilenos en exterior); 4. Pobreza (promulgación ingreso ético familiar y creación Ministerio de Desarrollo Social); 5. Medioambiente (reemplazo Conama y Coremas por nuevos servicios); 6. Modernización del Estado (gestión más eficiente con menor burocracia); y 7. Educación (reforma aprobada y lista para implementación). Si todo sale según la planificación del mundo privado, el Presidente Piñera debiera lucirse.

Sin embargo, hay dos obstáculos que podrían impedir la recuperación de la popularidad presidencial: la falta de mayoría oficialista en ambas cámaras -que impide, entorpece o diluye el avance de cualquier proyecto-, y el tiempo indispensable para que la ciudadaná visualice sus efectos. La no percepción de resultados visibles podría impedir revertir la tendencia a la baja de la aprobación presidencial. Más aún, gracias a la pirotecnia comunicacional proporcionada por el mismo mandatario (piñericosas, aterrizajes o partidos), los resultados de los proyectos legislativos podrían pasar desapercibidos.

Por otra parte, a pesar de ser éste un año clave para el gobierno -sin presiones eleccionarias-, la aparición de los próximos comicios municipales ya tensiona el ambiente en la Concertación. En la Alianza, en cambio, están adelantados, ya que las fricciones son por el adelantamiento de las presidenciales: además de los cinco presidenciables en La Moneda, empiezan los roces por la fórmula de designación o elección del próximo candidato presidencial.

¿Sería terrible llegar a las municipales con un 33% de aprobación del Gobierno? Para el conglomerado oficialista, sí; para el Presidente Piñera, también. La tensión se nota en la Alianza y ya genera los primeros tiros hacia el Gobierno, prueba de un cierto nerviosismo. Una semana atrás, David Gallagher, analista del CEP, declaraba que le “gustaría ver a Piñera reseteado”. Hace unos días, Patricio Dussaillant, profesor de en Gestión de Crisis Comunicacionales de la PUC, instalaba a través de este medio el tema de un eventual reemplazo del segundo y/o tercer piso, los que “asesoran al Presidente, con más voluntarismo que conocimientos”. Ayer, el senador Novoa también señalaba en entrevista en Reportajes, que el segundo piso debía cuidar la exposición del Presidente. Aún más, pasadas las elecciones municipales aumentará la desafección de los partidos de la Coalición por el Cambio (UDI, RN, CH1 y MHC): si pierden los candidatos oficialistas, el desapego a la figura del mandatario crecerá, complicando tanto su gestión ejecutiva como legislativa; si ganan, también, ya que sólo se anticipará el síndrome del pato cojo.

Más aún, el impasse provocado por las declaraciones de la ex alcaldesa Jacqueline Van Rysselberghe, que involucra también a la ministra de Vivienda y Urbanismo, Magdalena Matte, necesariamente dejará heridos. Difícil será la decisión que tendrá que tomar el mandatario- oel ministro Hinzpeter en su reemplazo-: si destituye o pide la renuncia a la intendenta del Bíobío, acogiendo la aplaudida doctrina Allamand del fin de los grupos privilegiados, es evidente que provocará un alejamiento de la UDI. Al revés, si la mantiene en su cargo, validará la larga tradición de impunidad de la Concertación -que la ciudadanía rechaza con fuerza- y tensará la relación con RN, en especial después de la destitución de Ximena Ossandón en la Junji -con una declaración igual de torpe, pero con culpa y no dolo-, además del inevitable distanciamiento que generará con la ministra Matte y su entorno.

Con una mayoría adversa en el Poder Legislativo, con conflictos sin resolver en el conglomerado oficialista y con una fuerte tendencia a la baja en la evaluación ciudadana, sería de alto riesgo apostar a un sólo número la política comunicacional del gobierno: al éxito de las siete reformas anunciadas. Las modificaciones en el Segundo Piso debieran hacerse ahora, para que los titulares salgan a jugar en marzo.
Columna publicada en La Tercera Online

miércoles, 12 de mayo de 2010

Necesario (re)cambio de paradigmas en La Moneda


La reconocida y comentada hiperactividad del Presidente Piñera se encuentra con sus primeras dificultades. Algunos no quieren -¿o no pueden?- seguir el acelerado ritmo del mandatario; otros, en cambio, no aceptan el orden de las prioridades establecidas por el Ejecutivo; y muchos, por último, simplemente se resisten a no figurar como protagonistas de la noticia.

Acostumbrados a dinámicas de poder basadas en la autoridad vertical del mundo privado - en que siempre existe la amenaza latente de una eventual desvinculación-, donde subalternos suelen allanarse con mayor o menor compromiso a las indicaciones de sus superiores jerárquicos, el traslado de estos paradigmas al mundo político abre numerosos flancos simultáneos. Y ese poderoso beneficio hace que las voluntades se unan y tiendan a buscar soluciones. Por esta razón, los equipos de trabajo que hasta ahora lideraba el Jefe de Estado, siempre se adecuaron a su ritmo, convirtiéndose en equipos eficientes y productivos.

Sin embargo, en política, las dinámicas de poder parecieran ser distintas. La dependencia jerárquica sólo se da sólo en determinados casos: cuando una opinión prevalece por sobre las de los demás. Fue el caso de la eliminación de la depreciación acelerada en el proyecto de financiamiento de la reconstrucción, en que la voluntad del Presidente Piñera primó sobre la opinión de sus ministros y técnicos.

Pero no siempre produce el mismo resultado cuando se trata de partidos opositores. El ambiente se ha tensionado, pasado el efímero efecto de la invitación a comer a Cerro Castillo, -hecha por el mandatario a timoneles de partidos, jefes de bancada y comité de la Concertación- para presentarles el plan fiscal de reconstrucción. Las corteses declaraciones iniciales de colaboración y buena voluntad se transformaron en duras arremetidas, buscando un claro distanciamiento con las propuestas del Gobierno.

Incluso, después de solicitar el retiro de la suma urgencia del proyecto de ley, varios parlamentarios de la Concertación -ninguno de las zonas afectadas- han manifestado sus dudas en la votación de la iniciativa legal, argumentando que los beneficios permanentes anularían los efectos provisorios. El Gobierno rechazó dicha solicitud y la ministra vocera del Ejecutivo, Ena Von Baer, reiteró el llamado a la oposición de aprobar el texto, advirtiendo que los ciudadanos evaluarán “el compromiso de cada uno de los parlamentarios con la reconstrucción de nuestro país”. Sea cual sea el resultado, no cabe duda que los jugadores ya están apostando fuerte…

A su vez, el ministro secretario general de la Presidencia, Cristián Larroulet, se juntó a cenar con los diputados UDI y RN para aplacar las críticas al plan de financiamiento: en especial, la restricción a beneficios tributarios del DFL2 y el límite de 900 UF a los depósitos convenidos. Esta reunión es importante, ya que con precaria mayoría en la Cámara de Diputados y minoría en el Senado del oficialismo, la aprobación del proyecto podría peligrar.

Por otra parte, han habido importantes desprolijidades en la solución de las emergencias. Amenazas de movilizaciones, bonos de 100 mil pesos para reparaciones, impermeabilizaciones adicionales, han hecho ruido en la agenda nacional, afectando la imagen de la reacción gubernamental.

Como si esto fuera poco, inesperados cuestionamientos del Instituto Libertad y Desarrollo al plan de financiamiento, se suman a las críticas de Hernán Büchi, ex ministro de Hacienda de la dictadura militar y consejero de ese instituto. Además de advertir con un posible fenómeno de desafección de los partidarios, califican como un error el aumento provisorio de los tributos, ya que afectaría el crecimiento económico de Chile. Estas declaraciones provocaron una gran polémica al interior de la Alianza.

Todas estas dificultades se enfrentan al ímpetu presidencial por reconstruir nuestro país y de alguna manera reflejan que los modelos del mundo privado no se aplican a cabalidad en el ámbito político, en donde no siempre existe una dependencia jerárquica de los stakeholders. Ante la inexistencia de vínculos subordinantes reales -habituales en toda empresa u organización-, la coexistencia de legítimos intereses contrapuestos y el apresurado aprendizaje de sus nuevos roles de Gobierno, Coalición por el Cambio y Concertación, surge la necesidad de un (re) cambio de paradigmas en las comunicaciones del Poder Ejecutivo.

Actualmente, el manejo de intangibles -a los cuales la nueva administración no está acostumbrada-, contrasta con la excelente conducción que hicieron los aparatos comunicacionales de los dos últimos gobiernos. Tanto el ex presidente Lagos como la ex Presidenta Bachelet dejaron alta la vara en el ámbito comunicacional de un gobierno. Ya no bastan un par de ideas coherentes para convencer a la ciudadanía, la que se ha vuelto cada vez más exigente. Hoy no sólo importa la realidad, sino también la percepción que se tiene de ella.

Está claro que una buena labor comunicacional jamás podrá ocultar una débil gestión: tarde o temprano, siempre se descubrirá. Pero no es menos cierto que una excelente gestión jamás brillará si no la acompaña un buen desempeño comunicacional.


Columna publicada en latercera.com: http://blog.latercera.com/blog/ajiron/entry/necesario_re_cambio_de_paradigmas