
La inexistencia de primarias dentro de los partidos políticos ha empoderado sus directivas en desmedro de la ciudadanía. A pesar de que la política debiera estar al servicio de la sociedad, los mecanismos electorales han colocado la sociedad al servicio de ésta, transformando a los electores en meros validadores de las designaciones parlamentarias.
A su vez, los aspirantes a candidaturas parlamentarias se enfocan en negociar con las mesas directivas, en vez de tratar de conquistar el voto ciudadano, confirmándonos que la política se encuentra capturada por las dirigencias de los partidos.
A través de sondeos de opinión - no publicados y con metodología desconocida-, los dos grandes conglomerados designan a sus candidatos parlamentarios, creyendo interpretar las preferencias del electorado. Una vez nominados, el sistema binominal y voto obligatorio se encargan eficazmente de que éstos resulten electos.
Pero algunas encuestas han sido cuestionadas al interior de los partidos, tal como ocurrió en abril con el anuncio de las postulaciones de Rodrigo Alvárez (UDI) y Nicolás Monckeberg (RN) como candidatos al mismo cargo de diputado en Providencia-Ñuñoa.
Las pugnas internas son resueltas por las dirigencias, sin siquiera involucrar los electores o las bases partidarias. En estos días, varios conflictos surgieron, reflejando la incipiente disconformidad respecto a los mecanismos internos de designación de candidatos.
Uno de ellos es el reciente anuncio de Luis Plaza, alcalde de Cerro Navia, de renunciar a RN, motivado por la nueva designación de Nicolás Monckeberg (actual diputado distrito 42, Región del Bío Bío), esta vez como candidato a diputado por el distrito 18 (Quinta Normal, Cerro Navia y Lo Prado). Estudios del Instituto Libertad y Desarrollo favorecerían a Monckeberg por sobre Mario Desbordes, jefe de gabinete de Plaza. “He decidido dar un paso al lado, porque no estoy de acuerdo con que se nos impongan candidatos”, señaló el edil.
Pero por primera vez, cerca de 100 militantes RN de esa comuna manifestaron su oposición a esta inconsulta decisión, con huevos y batucada en la sede del partido. Son las primeras señales de los electores, que comienzan a abandonar su actitud pasiva y a hacer escuchar su opinión. Será el propio Sebastián Piñera quién tendrá que dirimir este conflicto.
Mayor fortuna - o mejor muñequeo político- tuvo el alcalde Manuel José Ossandón en la designación de Leopoldo Pérez como candidato parlamentario en el distrito 29. Puentealtino y secretario de Planificación de dicha municipalidad, Pérez fue designado para mantener el cupo que deja el diputado Maximiano Errázuriz (ex RN). Se ignora si cuenta con el respaldo de las otras comunas distritales: La Pintana, Pirque y San José de Maipo.
Distinto es el caso del actor Vasco Moulián, quién aceptó la oferta UDI de postular como senador, probablemente por Aisén o Atacama. Como hasta el jueves pasado era el Director de Programación de Canal 13, se desconoce si existe algún sondeo de opinión que respalde esa decisión, o al menos, si está relacionado con alguna de las dos regiones.
Marcelo Trivelli presentó su renuncia a la DC, ya que las reglas del juego “se cambian según las conveniencias de unos pocos, postergando a muchos que sólo piden una oportunidad”.
Roberto Muñoz Barra, senador por la Región de la Araucanía, también anunció su decisión de renunciar al PPD. Él, en cambio, está molesto por la exigencia de definir en primarias la candidatura de la circunscripción y tendrá que competir con el diputado Jaime Quintana, también PPD. Con esto, queda claro que algunos parlamentarios han asumido su cargo como un derecho adquirido, y como tal, lo reclaman.
Resulta impresentable que en un sistema supuestamente democrático, exista la institución de los candidatos designados. Su evidente consolidación contradice los innumerables discursos sobre la baja convocatoria política. Es de esperar que la próxima elección contemos con primarias oficiales en los partidos, de acuerdo a la todavía pendiente reforma constitucional ingresada al Congreso por la Presidenta Bachelet en el 2006. De esa forma, se legitimarían las candidaturas, evitando las estériles pugnas internas que sólo enlodan la imagen de la política.
De niño, cuando preguntaba qué había de almuerzo, muchas veces recibía la misma respuesta: “Come y calla”. Ahora, de grande, ha cambiado a: “Vota y calla”.